Donde el frío tiene excusa...
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Donde el frío tiene excusa...
Bien, aquí llega Ville, escritor compulsivo de historias xD Lo de la poesía lo llevo muy mal pero bueno :) Espero que os guste ^^
Argumento: Un pequeño relato escrito en forma de carta por la protagonista, una vampiresa.
Género: Narrativo.
Comentario: Espero que con vuestras críticas y comentarios me ayudéis a mejorar mi manera de escribir Iré colgando el resto del fic a medida que esté escrito (Aún no lo he terminado). Espero que os guste
Prólogo
La lluvia caía incesante y era capaz de escuchar cada una de las minúsculas gotas que, estaba completamente segura, caían a mi alrededor; los activos pasos del intruso se oían seguros a través de las gruesas paredes que en ese momento me apresaban; el olor a madera, a tierra húmeda y a granito me invadía, al igual que aquel otro olor que me embriagaba, el olor a vida.
Él comenzó a abrir muy lentamente la roca que me mantenía alejada del mundo exterior, y todos los músculos de mi cuerpo se tensaron, preparados para atacar.
Todas las sensaciones se hacían más intensas por segundos, el universo volvía a tomar forma para mí, tras un tiempo que no sabría definir sin haber sentido nada. La fría losa que mantenía mi tumba sellada se abrió.
Me lancé directamente a la yugular de mi salvador, saboreando su dulce sangre en mis labios, volviendo a recorrer después todo mi cuerpo. Mi eterno letargo había terminado, había renacido.
Parte 1ª
El barullo de la atosigante ciudad que a mis pies se alzaba a cada instante taladraba más mis sensibles oídos; el murmullo de la gente a mi alrededor conseguía aturdirme, los ruidos de pisadas, las conversaciones de los transeúntes, las miradas lascivas de los ebrios a las jovencitas, los sonidos de fondo de los locales nocturnos, la música de los pubs y los bares, el agobio de la multitud de personas, las más de 30.000 almas que había en aquel momento allí reunidas conseguía que mis más temibles instintos hicieran todo lo posible por salir a la luz.
Los altavoces con el volumen subido al máximo y la multitud de inocentes personas metidas en la plaza de toros estaban consiguiendo que mi paciencia llegase a un límite. Mi eterna lucha moral me decía que me controlase, había ido allí para probarme y conseguiría hacer lo que debía, debía salir de allí exactamente de la misma manera en la que había ido, como una adolescente normal.
Mi atuendo no era tendencia, era bastante propio del siglo pasado, o del anterior; una camiseta con un enorme escote color rojo sangre y una tela de rejilla por encima de una falda negra con mucho vuelo, larga hasta los pies, unas botas también negras con un enorme tacón, guantes del mismo color que la camiseta que me llegaban hasta un poco más arriba de los codos, un moño del que caían ligeros mechones rizados a ambos lados de mi rostro y los labios rojos, al igual que la camiseta y los guantes. Aunque poco importaba mi aspecto ese día, en ese momento y en aquella situación.
El concierto no es que llamase demasiado mi atención, me gusta bastante ese tipo de música, el rock-gótico me ha llamado la atención desde que lo escuché por vez primera, pero ir a ver a los creadores de esa música junto a miles de personas no era mi estilo.
A una persona solitaria no le gusta ir a un sitio que está lleno de gente, obvio, ¿no? No sé ni siquiera qué hago escribiendo ahora mismo… de todos modos, sigamos.
Argumento: Un pequeño relato escrito en forma de carta por la protagonista, una vampiresa.
Género: Narrativo.
Comentario: Espero que con vuestras críticas y comentarios me ayudéis a mejorar mi manera de escribir Iré colgando el resto del fic a medida que esté escrito (Aún no lo he terminado). Espero que os guste
Prólogo
La lluvia caía incesante y era capaz de escuchar cada una de las minúsculas gotas que, estaba completamente segura, caían a mi alrededor; los activos pasos del intruso se oían seguros a través de las gruesas paredes que en ese momento me apresaban; el olor a madera, a tierra húmeda y a granito me invadía, al igual que aquel otro olor que me embriagaba, el olor a vida.
Él comenzó a abrir muy lentamente la roca que me mantenía alejada del mundo exterior, y todos los músculos de mi cuerpo se tensaron, preparados para atacar.
Todas las sensaciones se hacían más intensas por segundos, el universo volvía a tomar forma para mí, tras un tiempo que no sabría definir sin haber sentido nada. La fría losa que mantenía mi tumba sellada se abrió.
Me lancé directamente a la yugular de mi salvador, saboreando su dulce sangre en mis labios, volviendo a recorrer después todo mi cuerpo. Mi eterno letargo había terminado, había renacido.
Parte 1ª
El barullo de la atosigante ciudad que a mis pies se alzaba a cada instante taladraba más mis sensibles oídos; el murmullo de la gente a mi alrededor conseguía aturdirme, los ruidos de pisadas, las conversaciones de los transeúntes, las miradas lascivas de los ebrios a las jovencitas, los sonidos de fondo de los locales nocturnos, la música de los pubs y los bares, el agobio de la multitud de personas, las más de 30.000 almas que había en aquel momento allí reunidas conseguía que mis más temibles instintos hicieran todo lo posible por salir a la luz.
Los altavoces con el volumen subido al máximo y la multitud de inocentes personas metidas en la plaza de toros estaban consiguiendo que mi paciencia llegase a un límite. Mi eterna lucha moral me decía que me controlase, había ido allí para probarme y conseguiría hacer lo que debía, debía salir de allí exactamente de la misma manera en la que había ido, como una adolescente normal.
Mi atuendo no era tendencia, era bastante propio del siglo pasado, o del anterior; una camiseta con un enorme escote color rojo sangre y una tela de rejilla por encima de una falda negra con mucho vuelo, larga hasta los pies, unas botas también negras con un enorme tacón, guantes del mismo color que la camiseta que me llegaban hasta un poco más arriba de los codos, un moño del que caían ligeros mechones rizados a ambos lados de mi rostro y los labios rojos, al igual que la camiseta y los guantes. Aunque poco importaba mi aspecto ese día, en ese momento y en aquella situación.
El concierto no es que llamase demasiado mi atención, me gusta bastante ese tipo de música, el rock-gótico me ha llamado la atención desde que lo escuché por vez primera, pero ir a ver a los creadores de esa música junto a miles de personas no era mi estilo.
A una persona solitaria no le gusta ir a un sitio que está lleno de gente, obvio, ¿no? No sé ni siquiera qué hago escribiendo ahora mismo… de todos modos, sigamos.
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